No. 3. Agosto de 2010
El nuevo presidente y los trabajadores
Ricardo Sánchez
El próximo 7 de agosto se posesiona como presidente de la República Juan Manuel
Santos Calderón para el cuatrienio 2010-2014, con posibilidad de reelección
para otro periodo.
No se trata sólo de un nuevo presidente sino de la continuidad de un régimen político
consolidado durante los ocho años del ejercicio del poder de Álvaro Uribe Vélez, el del
presidencialismo autoritario y expresa el fortalecimiento de las derechas en todos los órdenes:
en lo internacional, en lo económico, en lo político y en lo cultural.
Santos expresa un modelo clasista y elitista del poder que descansa en la dupleta
liberalismo económico y autoritarismo político, con su articulación a una diplomacia y
política exterior de servidumbre voluntaria a los Estados Unidos. Es la reedición de la Neo
Respice Polum (La Estrella Polar) como doctrina, la cual afi rma que sólo bajo la órbita de
la gran potencia y abriendo la economía a las multinacionales con los parámetros del libre
comercio alcanzará el país progreso y prosperidad. Las modulaciones anunciadas por Santos
de mejorar el clima de relaciones con Ecuador y Venezuela no se inscriben en un cambio
sustancial que supere las grandes y graves contradicciones generadas por la presencia de
bases militares en Colombia y la hostilidad de la derecha internacional.
Todo esto con el aspecto central de que el Presidente saliente y el nuevo Presidente
han logrado un apoyo, no sólo de los de arriba sino de sectores medios y populares. Con la
utilización habilidosa de la propaganda del Estado Comunitario y de Opinión, con el dominio
ideológico-cultural-informativo de las cadenas de radio, televisión y los diarios, se conformó
una opinión pública a favor de la obra maestra del régimen de la Seguridad Democrática, la cual consiste en la utilización de métodos policíacos y militaristas, con sus crímenes de
Estado (falsos positivos, espionaje del DAS), para mantener las formas de capitalismo salvaje,
dividiendo al movimiento social de los trabajadores.
Al contrario de la mayoría de países del vecindario donde la lucha social, política y
cultural está en efervescencia en estos años, en Colombia pese a que se desarrollan luchas de
los trabajadores, estudiantes y de las izquierdas, el movimiento en su conjunto se encuentra
dividido, disperso y huérfano de un programa y de políticas alternativas. Las izquierdas
tendrán que enfrentar el desafío del nuevo gobierno con los trabajadores y adelantar sus
batallas clasistas, democráticas, por la soberanía y la unidad de América Latina.
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